Un cuarto propio

Le dijeron a Virginia Woolf que escribiera sobre las mujeres y la novela, quizás esperaban meras referencias, observaciones y notas sobre autoras, o sobre la relación de los libros y/en/de/por las mujeres. Y sin embargo, ella terminó hablando de un Cuarto Propio: un espacio para ser, escribir, crear, meditar… que muchas veces nos es negado o es imposible que exista en una casa llena de hermanos, con padres controladores, con la exigencia de los hijos y la pareja, las tareas del hogar, en un momento histórico donde no había un centavo para tener algo propio o en tiempos donde no hay un segundo para una misma.

El análisis de Woolf va mucho más allá: atraviesa la sociedad, la economía familiar y la macroeconomía y se detiene en la educación, la cultura y las estructuras sociales donde la mujer es ciudadana de segunda. Sin embargo, este ensayo en forma de conferencia (a pesar de los años) se nos hace carne.

El Cuarto Propio, entonces, termina llegándonos a la médula y se convierte en presente cuando nos pensamos como creadoras o posibles artistas frustradas por la intransigencia del tiempo, los espacios, la lucha de poderes y jerarquías caseras, la falta de oportunidades y tantos motivos que nos impiden crear momentos y lugares de encuentro con una misma.

Creo que es un libro de cabecera en cualquier biblioteca, seamos o no feministas, ya que apela al sentido más básico de pertenencia del tiempo, del dinero y del espacio propio, elementos de los cuales a veces no podemos adueñarnos en nuestros propios hogares, lugares de trabajo o de estudio.

Además, nos permite pensar cómo venimos arrastrando vicios victorianos a lo largo de las décadas y cómo ciertas estructuras se siguen repitiendo aún hoy.