El bosque de las cosas perdidas

Nora Walker desciende de brujas. Su familia le dijo que cada uno tenía su propia habilidad mágica, pero Nora todavía no ha encontrado la suya y lo que es peor ni siquiera está segura de sí misma. Duda si tiene la fuerza de sus antepasados. No siempre es fácil vivir sola, a excepción de su madre y el lobo, Fin. 

Hay un campamento cerca, y se dice que alguien desapareció durante la ventisca. Cuando Nora se encuentra con Oliver en el bosque, está decidida a llegar al fondo de lo que realmente sucedió. ¿Cómo pudo Oliver sobrevivir durante dos semanas en el bosque? 

Es un libro que me cautivó con la prosa que está llena de hermosas descripciones e imágenes intensas, que te transportan a este bosque mágico e invernal. Hay algunos aspectos de la historia que encontré predecibles, creo que capté los sutiles indicios de la autora, no porque estuviera siendo obvia. Eso se debe a su manera de escribir, su escritura es exquisita y atmosféricamente perfecta. Transmite el tono y el estado de ánimo perfectos durante toda la novela.

Más allá del cariño hacia los dos personajes principales, Nora y Oliver, lo que más me gustó de esta historia fue el bosque en sí mismo: “El bosque recuerda quién escribía nombres en sus troncos, con corazoncitos clavados en la madera; a los que arrojaron un cigarrillo en un montón de hojas secas y quemaron su corteza cruda. Saben quién rompió una rama y arrancó hojas y agujas de pino a puñados solo para encender una hoguera. Ellos recuerdan. Y guardan rencor”.

Es una feliz lectura para los días en los que solo queremos desconectarnos y pensar en cualquier cosa. El final logra que toda la novela valga inmensamente la pena. Tranquilo, lento e intenso, con un toque de magia fría. Como un cuento de hadas.