Sloan Hastings es una forense que acaba de comenzar su beca de dos años con la eminente doctora Livia Cutty. En su primer día, le asignan investigar el campo de la genealogía forense y su uso en la resolución de crímenes. Como parte de su proyecto, decide someter su ADN a un sitio de genealogía para conocer mejor el proceso. Nunca imaginó que los resultados cambiarían su vida por completo.

Siempre supo que era adoptada, pero nunca le dio demasiada importancia. Sin embargo, al recibir los resultados del análisis, descubre algo que la deja sin aliento: es Charlotte Margolis, la bebé que desapareció junto a sus padres cuando tenía solo dos meses en 1995. Un caso que conmovió al país y que, a pesar de la exhaustiva investigación, nunca se resolvió. Ante esta revelación, Sloan decide regresar a Cedar Creek, Nevada, el lugar donde nació, con la esperanza de descubrir qué sucedió con sus padres biológicos y cómo terminó siendo adoptada.

Al llegar, se encuentra con la poderosa familia Margolis, que la recibe con entusiasmo, emocionados por reencontrarse con la “hija perdida”. Sin embargo, a medida que avanza en su investigación, empieza a sospechar que hay más secretos ocultos de los que había imaginado. ¿Estará la familia Margolis involucrada en la desaparición de sus padres?

La historia se desarrolla en dos líneas de tiempo: el presente, donde seguimos a Sloan en su búsqueda de respuestas, y el pasado, con la desaparición de Charlotte y sus padres. Esta estructura me mantuvo en vilo, ya que cada revelación acerca del pasado parecía arrojar más misterio al presente.

Lo que más me atrapó de esta novela fueron los giros inesperados, el ritmo vertiginoso y la atmósfera llena de tensión. 

Lo que realmente me impresionó es cómo Charlie Donlea se basa en casos reales y utiliza la genealogía forense, un tema tan actual y fascinante, para construir la trama. Charlie Donlea ha creado una historia impresionante que, sin lugar a dudas, no dejará de rondar en mi mente por mucho tiempo.