Mariana Enriquez ha construido su camino como autora de una manera mágica pero no por eso menos sólida. Si ya venías leyéndola desde sus libros anteriores (Las cosas que perdimos en el fuego; Los peligros de fumar en la cama, entre otros), cuando leas Nuestra parte de noche vas a llegar al clímax de su literatura. Es, sin duda, una de las mejores novelas que leí en mi vida.
Todo comienza cuando Juan, un médium muy desgastado físicamente pero poderosísimo, decide proteger a su hijo Gaspar de un posible y terrible destino.
La Orden, que es familia y “dueña” de ellos a la vez, va a ejercer su poder para asegurarse de que Juan y Gaspar los lleven a los secretos de la vida eterna. En el medio, sucederá de todo. Y de todo tal vez sea poco en comparación a los universos que se abren capítulo a capítulo.
Juan es, a palabras de la autora, su Heathcliff moderno. Un personaje que amarás desde el principio pero que será muy, muy difícil y complejo. Libre, muy poderoso y a la vez, prisionero y enfermo a causa de su don: él puede comunicarse con la Oscuridad.
La Orden, una sociedad secreta presente en Inglaterra, África y Argentina, logrará incorporarlo a su familia, ofreciéndole protección y dinero a cambio de que él lleve adelante los ritos que le permiten conectarse con esta deidad siniestra. El problema es que estos ritos tienen un costo muy alto para su salud. Su muerte puede ocurrir en cualquier momento. Y tal vez esto no sería lo peor si no fuese porque a su hijo le depara el mismo destino, pero con una vuelta de tuerca muy perversa (no spoilers aquí).
La historia gira en torno a Gaspar, como se desarrolla su vida con una amenaza velada, que no logra captar. Con un padre enfermo, complicado y a veces cruel; con la ausencia de su madre muerta -miembro de La Orden también-; con sus amigos, su adolescencia. En el medio vas a encontrar -el que para mi es uno de los mejores capítulos- la historia de su madre, Londres en los 70, dictadura militar en Argentina, un paisaje de ensueño en Misiones, santos paganos, rituales satánicos y mundos de pesadillas.
Lo maravilloso de esto es que Mariana logra tocar una variedad de temas y lugares, que parecen imposibles de conectar pero que ella logra unir en una historia deliciosa. Lo cotidiano y lo mágico conviven naturalmente. Nunca se presenta como algo inverosímil. Todo es posible.
Sus obsesiones, sus temas recurrentes y sus cosas favoritas aparecen a lo largo del libro. Se va construyendo una estética gótica, romántica, oscura y sensual que te atrapa. Como si La Orden te hubiese hechizado. Como si, por una puerta como cualquier otra, entraras al universo infinito de Mariana Enríquez.